Taller “La música en el cine”, impartido por Nicolás Rabaeus, compositor de música de Foudre
“¿Por qué tenemos música en las películas? ¿Cuál es el sentido?”. Este primer cuestionamiento tiende un puente de diálogo en el taller “La música en el cine”, que se desarrolló, durante el Festival Internacional de Cine de Gibara, en la sala amplia, de vitrales, de la Biblioteca Municipal de la comunidad.
Alrededor de un hombre que habla entrecortadamente se arremolinan dieciséis jóvenes realizadores e implicados en distintas áreas del universo de la cinematografía. Nicolás Rabaeus es un compositor especializado en música para filmes, quien, contra el dictado de probabilidades caprichosas, habla español. “Saben mucho —concede Rabaeus—; solo me queda contarles cómo yo he trabajado durante estos años”.
Las sensaciones que se traducen con la música, la existencia, o mejor dicho, inexistencia, de “música triste”, los modos en que se entrelazan las voces con los planos: a cuentagotas explica Rabaeus su taller, apoyándose en una toma de un valle al atardecer en la película suiza Foudre, proyectada también en el Festival.
“Estoy pintando el cielo. Suena infantil, pero la idea primitiva es esa: las imágenes deben cantar. Si tienes esta impresión, entonces, lo has logrado”.