Puccini y el color de la memoria

Exposición de carteles 100 años de Puccini

«Ya no es sorpresa que CartelON, uno de los proyectos más sólidos que actualmente visibiliza la cartelística cubana, regrese a otra edición del Festival de Gibara. Esta colección es nuestro plato fuerte», introdujo Sergio Benvenuto Solás, presidente del evento.

Doce diseñadores cubanos con doce propuestas estéticas diversas, correspondientes a cada ópera de Puccini, componen el relato colectivo y gráfico de 100 años de Puccini. Los artistas imaginan el color de la memoria y la retratan nítidamente: Michele Miyares Hollands, Dailyn Miranda García, Arístides Torres Díaz, Darién Sánchez, Javi G. Borbolla, Lyly Díaz, Vladimir Pérez Vlade, Yanaisy Puentes, Karla M. Gómez, Darwin Fornés Báez, Giselle Monzón Calero y Alejo Reyes Romero.

(Foto: Heyndrik Díaz)

En noviembre de 2024, con motivo de la jornada cultural italiana, se concibe este proyecto que resignifica, a través del arte visual, la vida y obra del genio y maestro. La muestra, que contó con el apoyo de la Embajada de Italia en Cuba, encuentra en Gibara una plataforma ideal para el movimiento y alcance social.

Originalmente se realizó una rifa con las doce piezas: Le Villi (1884), Edgar (1889), Manon Lescaut (1893), La bohème (1896), Tosca (1900), Madama Butterfly (1904), La Fanciulla del West (1910), Il Trittico (1918), La rondine (1917), Turandot (inacabada, estrenada en 1926), que desde el enfoque novedoso de los artistas componen además un calendario y nutren la publicación mensual del año. Comenta Yumey Besú, director de CartelON: «El terreno de la música nos genera gran interés, y por eso también forma parte de nuestra carpeta de gráfica cubana contemporánea»

(Foto: Heyndrik Díaz)

De la estirpe de los Puccini y su prodigio ferozmente transgresor, reconstruye Juan Carlos Rodríguez en la revista Vida Nueva: «Giacomo Puccini (Lucca, 1858-Bruselas, 1924) nació con un destino que parecía insalvable: ser maestro de cámara del domo de San Martino, la catedral de Lucca, la ciudad toscana donde nació “el último príncipe”, como lo califica Laia Falcón. “Hijo de una larga estirpe de músicos serios y honorables, cambió su destino firmado de organista de iglesia por un exuberante circo de faranduleras arrepentidas, bohemios al amanecer, intrigas palaciegas y princesas de China. Sus doce óperas parecen trazar un paseo de resumen por todos los parajes que más habían fascinado al XIX”».

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