Los caminos de «Jíbaro»

mención ESPECIAL DEL JURADO

PREMIO COLATERAL DEL JURADO de la FEDERACIÓN NACIONAL DE CINECLUBES de cuba

Jíbaro, documental de Osmanys Sánchez Arañó (Palma Soriano, Santiago de Cuba, 1972), integra la selección oficial del 18 Festival de Cine Gibara. Esta producción del ICAIC con colaboración de Champola Films, obtuvo el Premio Cine Invisible en el 15 Festival de Cine Invisible Film Sozialak, en octubre de 2023, en Bilbao, ex aequo con otro documental: Imelda no estás sola, de la salvadoreña Paula Heredia.

De entonces a la fecha, Jíbaro ha realizado un amplio recorrido: integró el stand de cine cubano en el Festival Internacional de Cortometrajes de Clermont-Ferrand, se presentó el pasado abril en la edición 24 del Havana Film Festival de Nueva York, fue elegido para la muestra por el aniversario 65 del ICAIC, «un gesto hermoso que recibimos con agrado y gratitud», pues fue «esta industria la que asumió el presupuesto total de producción y el acompañamiento en todos los procesos», comenta; y la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica (ACPC) lo seleccionó como el mejor documental cubano exhibido en 2023, un «premio que lleva implícito un valor intelectual que lo hace uno de los más importantes y valiosos que puede recibir una obra audiovisual dentro de Cuba», añade.

Este documental, que se presentó en el Festival de Cine de La Habana el pasado año, nos pone frente a la vida de Yamíl Alessander Tamayo Flores, un joven transgénero que vive en la sierra Maestra: «Existe un misterio en el que los personajes y el contador de historias se eligen. Esta empatía de almas logra que aunque se cuente de manera muy sencilla, sea honesta y convincente la historia. Conozco a Yamíl cuando aún era habitado su cuerpo por Grethel. Cambió su elección de género, pero nuestra amistad se mantuvo intacta. En el hogar donde yo vivía le seguimos acogiendo en familia, pues no nos limitamos a elecciones humanas, sino a valores universales. Acompañamos a Grethel hasta su final y a Yamíl en su renacer, pues las historias nos eligen». Allí trata —a pesar de las adversidades y la exclusión que conlleva la visión heteronormativa de parte de la sociedad— de edificar su masculinidad y su felicidad, o sea, su vida. Yamíl lo hace en lo profundo de la naturaleza, como todo jíbaro, siendo parte de ella, aunque esto conlleve a la realización de difíciles trabajos propios de la cotidianidad del hombre de la montaña.

Graduado de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual, con perfil en Dirección de fotografía, en la filial de Holguín del ISA, Sánchez Arañó y su equipo logran que Jíbaro rehúya la anécdota pueril, lo explícito de los conflictos hogareños, y que se concentre en Yamíl y su humanidad, eso que nos iguala y nos acerca a todos, y no en un personaje que podría ser asumido, de un primer momento, como el «diferente», como el «otro» en ese contexto sociocultural. No siempre un protagonista de una historia de resiliencia como lo es Yamíl accede a compartir su vida frente a cámara, como ocurre en este documental: «Partimos de un pensamiento martiano: “Todo lo que divide a los hombres, todo lo que los específica, aparta o acorrala, es un pecado contra la humanidad”».

«Decidimos, entonces, no abordar sus interioridades domésticas, pues comer y beber es parte de muchas necesidades fisiológicas que generalmente no se filman. Partiendo del respeto hacia una niña cuya elección o posicionamiento moral está en el futuro, acordamos sostener la no aparición en imágenes de su hija. Y colegiamos, entre el equipo y el protagonista, lo oportuno para un documental tan intimista de no sumar terceros», añade.

No siempre un protagonista de una historia de resiliencia como Yamíl accede a compartir su vida frente a cámara. ¿Cómo fue este proceso? ¿Cómo lograste esta relación natural entre el protagonista y la cámara, que posee una mirada para nada intrusa?

Yamíl es un ser de una inteligencia admirable, de gestos humanos sorprendentes; aunque por diversas razones, huraño y desconfiado hacia los otros. Un día publican la convocatoria lanzada por el ICAIC, en la que su Oficina de Atención a la Producción anunciaba la financiación de los proyectos ganadores de un concurso por la igualdad, la no discriminación y los derechos de la comunidad LGBT. Recuerdo haberlo comentado en casa, luego a mi amigo Alfonso Fontela Soto, el sonidista y realizador de la banda sonora de Jíbaro.

El equipo estuvo claro de que no se abordaría literal la vida de un transgénero, sino la historia personal de alguien que sufre la exclusión y la desigualdad por la no aceptación de los otros, y eso puede suceder por elección religiosa, política, cultural, en fin… La cámara quedó en su utilidad y en la importancia de inmortalizar esos días en sitios tan agrestes y solitarios.

¿Qué te interesa como realizador mostrar en Jíbaro?

No arremeto contra las doctrinas, en cada una existe la posibilidad del aprendizaje. Emprendo contra el dogma que las sostiene, porque eso las hace imponerse y no aceptar ideas diferentes y revolucionarias. Jíbaro busca mostrar que somos una sola especie con la admirable posibilidad de elección. Su objetivo es levantarse digno contra toda forma de injusticia.

La crítica ha subrayado que Jíbaro, aunque comparte espacio físico y sus habitantes, o sea, la sierra Maestra, se distancia de las obras de la Televisión Serrana. ¿Qué crees que diferencia tu cine, que sí se relaciona con este contexto, del producido por esta casa?

Admiro la obra de Televisión Serrana y algunos documentales que, por su poética y realización, marcan mi apreciación de esta casa. El equipo de Jíbaro en su mayoría son realizadores de allí y amigos incondicionales, y parte de la historia de la televisión Serrana va unida a mi vida.

Yo utilizo grandes planos. Voy menos a detalles de las interioridades domésticas. Fui guajiro de monte adentro y sé que las puertas se abren con humildad. A veces una palangana reparada, una olla vieja y unos boniatos son la riqueza que se comparte y muestra con sano orgullo. Elijo no mostrar la precariedad como ejercicio de validación, a no ser que sea determinante para el discurso de la obra. La pobreza material no es deshonra. La lástima ofende al pobre digno. En cambio, apuesto por exponer la decadencia espiritual y las formas de violencia que emergen con fuerza en nuestra sociedad. No niego que las carencias exacerban los comportamientos, pero el hombre bueno lo será hasta en el desierto.

«No me gusta ir mostrando precariedad o riquezas cuando se trata de la espiritualidad humana». ¿Cómo has logrado esto, un precepto en tu trabajo, en Jíbaro?

No basta con ser profesionales y trabajar con frialdad de oficio, mostrando superioridad de feria. Es preciso una alineación con la realidad que filmas, una empatía sincera con el conflicto que tratas. Jíbaro encuentra una dimensión desde sus conceptos y su espiritualidad, ambos se imbrican en un solo símbolo acogedor y desconcertante en que el espectador asume no solo la soledad del personaje, sino sus propias incertidumbres. Todos hemos sido jíbaros por disímiles circunstancias. Nos enfocamos en la felicidad que nos brinda saber que nuestra obra ha llegado, desde un intenso recorrido, ante un umbral acompañado por parte de lo mejor del cine cubano recientemente producido.

Participas por primera vez en el Festival de Gibara. ¿Cuáles son tus expectativas?

Ser del oriente de Cuba y haber estudiado en la filial del ISA en Holguín conlleva un apego especial por el Festival. Pasado el tiempo, participar con una obra en concurso es un hermoso encuentro entre la nostalgia y el presente.

En lo profesional aprecio un festival que se redimensiona constantemente, un referente internacional que defiende y representa el precepto de Humberto Solás en defensa de un cine vulnerable debido a diversos factores subjetivos, siendo el financiero el más recurrente.

Es ya un premio estar en selección oficial del festival fundado por Humberto, cuya obra Lucía se encuentra entre los diez filmes más importantes del cine latinoamericano. Había sido invitado con anterioridad, pero no pude asistir, y esta ocasión se hace muy especial, justamente cuando llega la primera edición de la Factoría del Cine Pobre, dedicada a potenciar la obra fílmica en las provincias orientales y Camagüey, donde ser cineasta independiente es afrontar enormes obstáculos para poder realizar un filme sin importar el género. Creo, sin dudas, que esta edición marcará un punto de giro en el audiovisual cubano.

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