Presentación de la obra La cucarachita Martina
Un hervidero de batas blancas rodean a una jovencita. El cuerpo médico del Policlínico Docente José Martí, de la comunidad de El Güirito, en Gibara, atiende a la joven que se ha desvanecido por el calor. Unos metros más allá, una multitud se arremolina hacia un pequeño escenario, apenas improvisado, donde cantan y bailan 26 niños integrantes de La Colmenita.
Gibara en agosto parece engullida por ese evento gigante que es su Festival Internacional de Cine, con todos los fenómenos artísticos que arrastra consigo. Se levanta polvo de la tierra rojiza y el sol se aferra impiadoso a los cuerpos de los niños, los abuelos y padres que observan alelados la música, los cantos y los bailes.
“Muchas veces se han presentado aquí grupos teatrales de distintas zonas del país, como Hilos Mágicos, Tuyo de Las Tunas, Teatro de las Estaciones y Teatro Papalote de Matanzas, pues la comunidad, que necesita atención al ser de bajos recursos, nunca está exenta de las actividades culturales del evento”, comenta René de La Cruz, director artístico del Festival.
Sin embargo, agrega Renecito, la presencia de La Colmenita aquí es un suceso. Carlos Alberto Cremata, fundador y director de La Colmenita, explica que: “Es la primera vez que estamos en el Festival, nos sentimos muy honrados de esta invitación. Nuestra compañía ha mantenido siempre la premisa de llevar las grandes producciones que se hacen en los teatros importantes hasta los lugares más recónditos del país. No es llevar al niño de la comunidad alejada al teatro capitalino Carlos Marx, que es casi siempre difícil, sino traerles este pedazo del Carlos Marx a ellos”.
“Desde hace años, la comunidad en general, el gobierno y los habitantes de El Güirito solicitaban que se trajera La Colmenita”, apunta De la Cruz.
Ofelia Guerra Pérez, que ha vivido en un segundo piso de una de las petrocasas de la zona toda su vida, asegura, rodeada de sus dos bisnietos de diez y ocho años, que nunca antes ha visto nada así: “Aquí los niños no tienen ninguna distracción, ellos han venido a traerle alegría a este pueblo”.
“En un ladrillo forma una rumba”, vocaliza una niña con un micrófono demasiado grande para sus manos, ataviada con una falda roja de lunares y volantes: la cucarachita Martina.
Claudia Alvariño, o simplemente Muma, la codirectora de La Colmenita, cuenta que hicieron la puesta en escena de este “típico cuento de La Cucarachita y sus pretendientes”, debido a que es uno de sus clásicos más exitosos.
Las risas del público parecieran señalar la certeza de su afirmación. Dos payasos de la compañía se desplazan por el tablado: Bombín y Zepelín.
Las casas de tonos ocres de El Güirito contrastan con la oleada de colores que ha tomado la calle. En el ambiente se sostiene una promesa: al día siguiente, La Colmenita estrenará en el cine Jibá, el único del área, su show La Cenicienta según los Beatles,y en la tarde mostrarán nuevamente su obra presentada en El Güirito, pero esta vez en Centro Cultural El Almacén de Gibara.
Al decir de Cremata: “La cucarachita Martina es un gran musical y la Cenicienta según los Beatles es un gran divertimento”. Los niños artistas se contonean en la escena a gritos muy agudos que irrumpen en las casas de El Güirito: “Mua para todos ustedes, Gibara”, entonan.
El show del escenario se desviste ante un espectáculo de una naturaleza muy diferente: un pueblo que se exhibe en toda la ingenuidad de su niñez.