Jacqueline Arenal: Primeras y segundas veces

Con su vestido blanco y vaporoso, Jacqueline Arenal parece esta tarde otra actriz de la obra. Smiley se presenta en el estrado, y ella entre el público sonríe, camuflajeada a medias, como solo puede hacerlo una personalidad que vive en la atemporalidad de telenovelas, películas y en el imaginario de un país.

Jacqueline Arenal en el conversatorio con actores y actrices en la 19 edición de FICGIBARA 2025 (foto: Yans Pérez)

Desde 1989, la actriz muta en tantos nombres y mujeres distintas en la pantalla que sorprende verla hoy en el trance de esa devoción virginal, casi infantil, en una obra teatro de Gibara. Aún para Jacqueline Arenal, que ya ha transitado por Netflix, Lars von Trier, Humberto Solás, Gerardo Chijona o la televisión colombiana, las emociones, su asombro, su risa, su amago de dolor, se escapan del libreto de la escena y son ferozmente reales, como si para ella mirar el arte siempre fuera una primera vez.

Rodaje de El siglo de las luces

Este abril de Gibara encuentra la evocación de Solás en todas las esquinas del pueblo, conjetura de la magia que lo habita. «Esa visión del malecón con la hilera de barquitos y el mar para mí es Humberto. Aunque la verdad siento su presencia en todo, en el cine, caminando con la gente, deteniéndose a hablar, a abrazar. Conociendo a Humberto como lo conocí, siento que esta película que es Gibara tiene que ver mucho con su alma, con sus sueños, con su visión de las cosas verdaderamente importantes y bellas. Entonces, yo siento que sí, que Humberto no podía inventarse un festival que no fuera en un lugar tan mágico como este. La cercanía con la gente tan especial que vive aquí, las ganas de ver cine, de ver teatro, de escuchar música, de abrazarse, son tan grandes que no podía haber sido en otro sitio, porque en otro sitio no se habría logrado».

Rodaje de El siglo de las luces
Vino en 2019 y ahora regresa, pero han cambiado muchas cosas, no solo en la dirección del Festival, sino a nivel estructural en el país. Han pasado muchas cosas en Cuba. Entonces, ¿qué diferencias usted encuentra?

No siento muchas, ¿sabes? Justamente siento que la magia que tiene el Festival es poder hacer algo que está energéticamente por fuera, a pesar de que indudablemente las cosas prácticas y económicas y de toda índole influyen. Yo pensé antes de regresar a Gibara que aunque en la idea, en la pasión de todo lo que se trae y en el esfuerzo iba a seguir existiendo esa magia, el Festival se vería muy afectado. Pero no. Gibara sigue siendo, para mí, otro lugar, un lugar que no está ubicado en el plano en el que siempre estamos, con todas las circunstancias que nos rodean. El Festival logra que uno lo olvide todo, o sea, yo olvido mi teléfono, olvido el escenario por el que estamos pasando, olvido para volver a integrarme en la magia. Francamente, no siento la diferencia y sigo sintiendo que este es un espacio tan único que a veces uno dice, ¿de verdad existe?, ¿estuve?, ¿existió esta experiencia?

Tahimi Alvarino, Jacqueline Arenal y María Isabel Díaz en la 15 edición de FICGIBARA 2019
¿Dentro del cronograma del Festival, cuáles han sido los espacios que más ha aprovechado?

Francamente me he centrado mucho, como soy jurado, en la parte cinematográfica. Adelanté con algunos materiales en La Habana, pero realmente no alcancé a verlo todo allá, y además había películas que quería ver de nuevo, pero en la pantalla grande. También me he permitido, al precio quizás de ausentarme de algunos eventos, descubrir un poco mejor la ciudad. Por ejemplo, hoy fui al Museo de Artes Decorativas y me pareció una experiencia increíble, no podía imaginar que aquí hubiese un museo de esa calidad. Por supuesto, he disfrutado mucho también de la experiencia musical, y me he centrado también en consumir cine, no solo en la categoría que tenía que evaluar, sino en otras, como es el caso de los documentales, que particularmente, además del apartado de ficción, me ha gustado muchísimo. La oportunidad de que el teatro forme parte de un evento cinematográfico y se entienda que somos un todo, esa también es una propuesta que nunca me pierdo. Fue muy bueno ver esto que acabamos de ver: Smiley y antier Oficio de isla.

Jacqueline Arenal en la 15 edición de FICGIBARA 2019
En Gibara, además de grandes personalidades del cine y del arte, confluyen muchos jóvenes. ¿Cómo dialoga esto con sus memorias?

Lo siento como algo muy especial. Recuerdo cuando yo estaba en el ISA y llegaba la época del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, todos estábamos muy interesados en lo que estaba ocurriendo, y colaborábamos. Pero lo pasa en Gibara, donde hay tanta gente joven involucrada trabajando, no lo he visto jamás, y tampoco en otros festivales del mundo. Siempre en esos circuitos hay algunos jóvenes, pero aquí yo siento que casi podrían ser mayoría y que además llenan el Festival de una energía particular. Es interesante también pensar que los jóvenes, a pesar de las circunstancias, siguen interesados en el cine, en la cultura, en el periodismo. A veces uno siente que se pudiera estar acabando esta era, pero percibir sus esfuerzos y deseos en el Festival de Gibara y verlos a ustedes, verdaderamente me da una sensación de esperanza enorme.

Humberto Solás en Gibara
A pesar de su fama internacional y la demanda de su trabajo en el mundo entero, ¿por qué siempre regresa a Cuba? Y particularmente al Festival.

Por estos días realmente vivo más tiempo en Cuba de lo que vivía, por ejemplo, en 2019 cuando vine por última vez a Gibara. Y comparto mucho con Colombia, sobre todo la parte profesional. Continúo viajando mucho a involucrarme en proyectos, a trabajar. Estoy muy vinculada con la parte profesional y emocional de ese territorio, que es para mí un segundo lugar en el mundo, pero Cuba, sin duda, es mi lugar. El lugar donde está la gente de toda la vida, mi familia, y donde se da esa sensación de no tener que explicar nada, de que todo está dicho. Ese espíritu de pertenencia que siempre extrañaba y que ahora priorizo. Respecto al Festival, ya me habían comentado mucho de la maravilla que es este acontecimiento, pero casi nunca estaba en Cuba en el momento en que se hacía. La primera vez vine un poco sobre esas referencias, por algunos amigos que estaban en la dirección del festival, y esta segunda vez es puramente a partir de ese encanto que me quedó y de las ganas de regresar. Quisiera regresar muchas otras veces.

Jacqueline Arenal en la inauguración de la 19 edición de FICGIBARA 2025 (foto: Yans Pérez)
¿En qué está trabajando actualmente?

Acabo de terminar una temporada larga de teatro, con una obra que se llama 53 domingos. Pronto me voy de viaje para filmar la segunda temporada de una serie que hice en Netflix, que se llama Medusa, y por ahí esperando cosillas de cine, que es una gran pasión para mí.

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