Con la mirada puesta en el Oriente cubano y en su producción cinematográfica, el 18 Festival Internacional de Cine de Gibara (FICGIBARA), que se realizará entre el 6 y el 10 de agosto de 2024, estará especialmente enfocado en el objetivo de estimular la creación audiovisual en esa zona geográfica del país, tradicionalmente deprimida, y en general subvalorada, pero con una potencialidad extraordinaria. Es por eso que este año sesionará por primera vez un encuentro que ha sido denominado Factoría del Cine Pobre, que busca impulsar el desarrollo de proyectos cinematográficos de bajo presupuesto que hayan sido gestados en las provincias orientales y en Camagüey.
Inspirados en esta motivación, también el cartel y la campaña gráfica que acompañarán esta edición 18 se suman como anticipo de la Factoría, que a su vez responde a la voluntad fundacional del Festival de Gibara, inspirada en el Manifiesto del Cine Pobre, de juntar en un evento lo comunitario con lo cinematográfico, el consumo de cine con su producción y la necesidad de estimular un desarrollo económico local que lejos de desarraigar o desdibujar lo propio, lo proteja, lo fortalezca y lo lance hacia un futuro de prosperidad y sostenibilidad.
En el cartel y la campaña gráfica de este año destacan el uso del azul y el blanco, tonalidades que aluden a lo marítimo, así como la presencia de pájaros como los que vuelan y pescan en la bahía de Gibara, junto a otros elementos como la letra cursiva y apurada con que se garabatean anotaciones en las claquetas durante el rodaje de las películas; la claqueta misma, pieza que anuncia que hay un filme en plena fabricación; además del sol demoledor y las montañas formidables de esa región del país donde se produce el cine que se quiere fomentar. La visualidad de esta edición ha sido obra del diseñador Nelson Ponce, uno de los artífices de los colores y la apariencia gráfica que han distinguido el Festival de Gibara desde sus inicios.
«He utilizado la imagen de un pelícano y la he mezclado con elementos de la cinematografía, en este caso una claqueta, puesta en lugar de la bolsa del pelícano», explica Nelson Ponce. «El pelícano es un ave acuática, y esa bolsa, su saco gular, que usa para cazar el alimento y del que se sirve para engullirlo, me permitía hacer una metáfora con el arte y el cine como alimento espiritual. También elegí estas aves porque son animales gregarios, cazan cooperativamente, y el cine es una actividad artística que depende de la colaboración de muchas personas. Como los pelícanos, para sobrevivir, los cineastas necesitan ser cooperativos. Y al igual que esta ave acuática, Gibara es un lugar que está muy relacionado con el mar. Los pelícanos son un símil de los cineastas que llevan el alimento a ese pueblo. Creo que la idea se entiende perfectamente: el pelícano que en lugar de bolsa tiene una claqueta cinematográfica que a su vez está teniendo la función de alimento», agrega el diseñador, quien dedicó la imagen de las dos últimas ediciones a la figura de Humberto Solás.
Gibara ha sido desde sus inicios un activo epicentro de producción cinematográfica, no solo por haber estimulado la creación de películas cubanas y de otras nacionalidades —pues como todo festival de cine, alienta con su celebración el nacimiento de obras que acogerá en el futuro—, sino por haber servido de locación ella misma a varios filmes a lo largo de los años; el más importante de ellos, Miel para Oshún (2001), cuyo rodaje en Gibara acabó de consolidar la idea de Humberto Solás de crear allí un festival para el cine pobre. Este año, la capacidad del evento de fomentar la producción cinematográfica logra por fin romper los límites del poblado y expandirse a toda la región en la que está enclavado, llevando el alimento del cine pobre al Oriente y sumando los esfuerzos cooperativos de otros eventos y entidades locales cercanos al mundo del cine.
«En esta edición del evento —afirma su director, Sergio Benvenuto Solás— nace la Factoría del Cine Pobre, un proyecto que arrastra contenidos e ideas del Manifiesto lanzado por Humberto Solás y que condujeron al surgimiento del Festival, y que no es más que la idea de estimular la producción audiovisual en Gibara, en Oriente. La Factoría se propone trabajar con las cinco provincias orientales, Holguín, Las Tunas, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo, además de Camagüey, y planteamos la posibilidad de que se creen alianzas para fortalecer el desarrollo del audiovisual en esta zona del país. De esta manera, nos enfocamos en un certamen donde va a haber un grupo de cineastas de la zona oriental, por lo que algunos tópicos que se van a tratar en las charlas y los eventos teóricos giran en torno a la emigración, la identidad, el desarrollo comunitario o los retos que supone hacer cine para los cineastas que viven en estas provincias, temas que nos interesan y que queremos aprovechar para tratar en el Festival, en tanto es el evento de mayor volumen entre los que se realizan en Oriente», añade Sergio Benvenuto Solás sobre los habituales eventos teóricos que se desarrollan durante el Festival de Gibara, que constituyen uno de los pilares más sólidos sobre los que se asienta la cita y que suelen convocar a cineastas, críticos e investigadores que reflexionan sobre los desafíos del mundo del cine en todas las fases de producción y consumo, desde una visión que transversaliza realidades sociales problemáticas de solución urgente como el género, la protección del patrimonio, la libertad creativa o la emigración, entre otros.
«Cine pobre —introducía Humberto en su Manifiesto— no quiere decir cine carente de ideas o de calidad artística, sino que se refiere a un cine de restringida economía que se ejecuta tanto en los países de menos desarrollo o periféricos, así como también en el seno de las sociedades rectoras a nivel económico-cultural, ya sea dentro de programas de producción oficiales, ya sea a través del cine independiente o alternativo».
Cine pobre es un cine de economía restringida, que no sacrifica diversidad ni identidades, que aprovecha el desarrollo tecnológico y su democratización, con la consiguiente disminución de los costos de producción cinematográfica, para hacer viable la creación de películas que no deban reducir la calidad artística y la profundidad de las ideas para poder insertarse en los circuitos de distribución y consumo, además de permitir que se introduzcan en el mundo cinematográfico grupos sociales y comunidades sin capacidad para producir cine dentro de los estándares industriales.
La mirada de Gibara y su Factoría del Cine Pobre caerán sobre el Oriente cubano dentro del 18 Festival con la discusión de los proyectos en desarrollo seleccionados, de la que saldrán beneficiados con aportes de creadores y especialistas cinematográficos. Además, gracias a la creación de un fondo de apoyo, podrán aspirar a un premio monetario de ayuda a la producción y de otras asistencias que aportarán las plataformas de producción presentes en Gibara.