Federico Jacobi en una ciudad cinematográfica

La juventud es una enfermedad que se cura con los años, reflexiona Joselo, de 62 años, postrado en su silla de inválido. Él y los otros dos personajes que protagonizan el filme argentino El arranque, incluido entre las presentaciones especiales del 18 Festival de Cine de Gibara, retratan la inmensidad de los sentimientos humanos sondeando entre la levedad y el peso, la risa y las declaraciones funerarias, la despreocupación y la condena, entre el «que no puedo más, que me quiero morir ahora» y el humor tintado, casi cruel, de los pueblos del interior. La producción independiente, rodada en coproducción con los Estudios Churubusco Azteca SA, adapta los diálogos de la obra teatral con el mismo nombre. En parte el motivo por el que la película tiene un entramado teatral es por la obra en sí misma, de la que el director de la cinta, Federico Jacobi, se enamoró al leerla. Pero también por las pocas locaciones, los recurrentes planos cerrados y la dinámica del filme que se conduce casi únicamente por el peso de las conversaciones, que resultan una variante muy útil para las necesidades de un creador con poco presupuesto.

«El cine para nosotros los realizadores es una necesidad. Más allá de que lo hacemos porque nos gusta, hay una cuestión de que uno necesita estar en rodaje, ver la película con una audiencia. Durante la pandemia, casi la única manera de poder articular una película era de manera independiente, o sea, totalmente independiente, autogestionada. Si bien El arranque dispone de recursos, no es que todo implicó un gasto de dinero. Buena parte de los recursos se fueron consiguiendo gracias a mucha gestión que se hizo. Apoyos. Entonces, el compromiso es distinto. ¿No? Cuando hay una intención de colaborar y no hay un intercambio monetario para la obtención de todos esos recursos, hay un compromiso y una hermandad que desemboca en cuestiones muy interesantes. Yo lo noto en este Festival de Gibara, en el que hay un espíritu colaborativo que invita a la gente a formar parte y a que el Festival lo hagamos entre todos», explica Jacobi.

Para él, que retrata las realidades «provincianas», los espacios de su país que muchos creadores se resisten a enfocar y reconocer, la cinta El arranque es como el aislamiento dentro del aislamiento.

«En la película se habla de personajes que están aislados dentro del aislamiento. Argentina es un país muy centralizado, en donde todo confluye en Buenos Aires. El de la película es un pueblo que de por sí ya está lejos de Buenos Aires, y estos personajes están aislados dentro del mismo pueblo. Ellos esperan que alguna situación azarosa o milagrosa los desprenda de esa situación, y en realidad, están viendo la vida pasar. La película trata acerca del día en que se les presenta una oportunidad, no de la forma que imaginan, y evalúa si están listos para aprovecharla. Esto de aprovechar las oportunidades tiene mucho que ver con descentralización, porque uno se acostumbra a mira solamente hacia un lugar. La solución no siempre está en Buenos Aires, en el caso de Argentina. Entonces, uno debe estar atento un poco al entorno, porque tal vez la solución está al alcance de la mano, pero cuesta verla», explica.

Este motor que representa integrar a la comunidad y el entorno en los aspectos de la realización de la película y en lo dramático es un principio que Jacobi relaciona con la esencia misma del Festival de Gibara. «La verdad es que el desfile inaugural me pareció que tiene mucho que ver con esto. La actividad confluye después en el cine, y se inserta toda clase de gente que a veces ni siquiera va al cine a ver una película, pero participan de alguna manera gracias al Festival. La descentralización empieza por generar vínculos y contactos y por estar atento al entorno, y ver y poder detectar la riqueza de un entorno por más que no esté frente a la nariz, como decimos por ahí. No es tan evidente dónde está esa riqueza, pero hay que saber encontrarla. Como lo que me contaron de cuando Humberto Solás tenía el sueño de fundar este festival. Mucha gente descreía que se pudiera hacer. Pero él encontró y vio algo que los demás no veían. Esta oportunidad en la película que se les presenta a estos personajes tiene que ver con eso. Con algo que no es tan evidente, pero si se sabe aprovechar, seguro va a dar un buen resultado», asegura.

Aunque su producción tenga contactos tan estrechos con la definición de cine pobre sobre la que se sostiene este festival multicultural, hasta hace poco Jacobi no sabía de su existencia: «Uno conoce el circuito de festivales más clásicos, y hay muchos festivales muy interesantes que uno lamentablemente desconoce. Tuve noción de la existencia del Festival de Gibara a través de mis coproductores mexicanos, los Estudios Churubusco Azteca SA. Me puse a investigar un poco de qué se trataba el Festival, cuáles eran sus principios. Y bueno, como dije antes, la máxima de la película se adapta perfectamente. No solo en lo temático, sino también en el modo en que se concibió la película, que es el modo en que nace y se hace este Festival».

Jorge Perugorría, Isabel Santos y Humberto Solás durante el rodaje de Miel para Oshún

Antes de conocer Gibara, ya la había conocido en los fotogramas de Miel para Oshún: «Nosotros, viniendo por tierra desde La Habana, pasamos por un montón de lugares, y todo el tiempo me acordaba de este viaje que hacen los personajes de la película por carretera y se les rompe el auto. Así que desde ese momento empecé a respirar el aire cinematográfico de Gibara. No solamente por verlo retratado en una película, sino también porque hacia donde mires acá hay una postal cinematográfica». Jacobi fantasea con las imágenes que conformaría aquí en Gibara. Si salgo a caminar por sus barrios, hacia donde mire veo una imagen. Imagino que grabar acá, tratar de elegir decorados, locaciones, debe ser difícil, por la cantidad de lugares atractivos e interesantes. Se respira historia, se respira significado. Entonces, sí, es una ciudad muy cinematográfica».

Se ve agotado, muy pálido, Jacobi, por calor de agosto. Pero las palabras contradicen su aspecto: «Quizás pudiera grabar algo aquí algún día. En otro festival. Ojalá».

Scroll al inicio