En el patio de la Casa de la Cultura se desarrolló un encuentro con realizadores y miembros de equipos de producción que acompañan a algunos de los cortometrajes en competencia de esta 18 edición del Festival de Gibara.
La cita, moderada por la jefa de prensa del evento, Marisol Bello, contó con una representación latinoamericana, además de cubana. Alicia Peres, productora ejecutiva del cortometraje de ficción Iluminado, coproducción entre Hungría, Brasil y Alemania dirigida por Elissa de Brito, comentó sobre el proceso de filmación de la obra que la directora realizó en Budapest mientras era becaria en una escuela de cine.
«La película retrata a una pareja de mujeres, algo que puede resultar muy normal en muchos lugares, pero mientras se rodaba el material, en Hungría fueron retirando los derechos ya existentes de los colectivos queer. El corto se fue volviendo cada vez más político», cuenta la brasileña.
Peres resaltó también lo interesante que había resultado el recorrido de la película: «Hemos estado en varios países. Hace poco en Corea, pronto en Argentina. Esta será la primera vez que el corto se proyecte en español».
De la génesis de este audiovisual, explica que es una invitación a pensar. «¿Qué hacemos ahora? ¿Cómo nos tocan los temas de los derechos de las personas? Deberíamos pensar cada tema en un modo interseccional».
Yalena González, miembro del equipo de Viaje infinito, dirigido por Lisandra Durán Gutiérrez, asistió con este material inspirado en la obra homónima del artista visual Wilfredo Prieto. «Es la primera vez que el documental se proyecta en un festival. La directora logró captar el proceso constructivo del artista y los mundos aparentemente opuestos que pueblan esta obra escultórica, uniendo la ciencia, la tecnología, el arte y la vida rural».
Amapolas en mi ventana tuvo representación con su directora Grettel Melissa Quintana y su productor Juan Camilo Tobon. «La animación de stop motion emplea como material el felting, que es como lana entretejida, enredada. Abordamos la historia de una niña de doce años que sobrelleva el duelo de su abuela a través de la pintura», asegura su directora.
El corto se entreteje con mucha fantasía, un recurso que construye metáforas de la vida y la muerte. Se inspira en la experiencia personal de su directora y se ramifica hasta el presente, pues el deseo artístico ha perdurado en su vida hasta esta creación como evocación de su abuela.
Al respecto, Tobon confesó: «El corto tiene una magia especial, porque habla del duelo, y al tratar este tema recurre a algo con lo que todos nos podemos identificar. Pero no solo se encuentra plasmado el duelo de la directora, sino que tiene un poquito del corazón de todos los que lo hicimos, porque todos hemos experimentado la muerte de un ser querido. Dejamos allí una carta de amor a las personas que ya no están».
Ante la interrogante formulada por la directora Patricia Ramos desde el público, los panelistas expresaron sus motivaciones artísticas sobre el formato del cortometraje. Grettel Melissa Quintana compartió que en una formación artística como el cine uno siempre está en proceso de aprendizaje. «Por ahora mi escuela es el cortometraje, ya más adelante veremos. Una historia se cuenta y dura lo que debe durar. Si mi aprendizaje me conduce hasta el largometraje, los haría».
Alicia Peres disfruta mucho el formato del corto. Relató que para mantenerse ha elaborado muchos contenidos y materiales distintos: «Estudiando eso, percibo que la audiencia lo percibe diferente. Es un formato que se encuentra más cerca de alguien que está en el bus, de camino a casa, y lo puede ver allí. Creo que también influye el tema de los recursos, pues se necesita más plata para un largo».
Yalena González compartió que «la directora de Viaje infinito, una vez que la obra escultórica de Prieto esté culminada, rodará una segunda parte, la cual quizás podría tener más duración».